Sobre la Autora
Sobre la obra
"Estas cristalizaciones de sentido, los mitos sociales, al instituir un real vivido por los actores sociales como la realidad objetiva, organizan las formas de los lazos sociales: institucionalizan tanto las relaciones materiales como las subjetivas de las personas. Es decir, prescriben de forma explícita e implícita cómo deben ser desde los contratos laborales hasta las relaciones sentimentales entre géneros sexuales; son, por ende, una verdadera fuerza material del campo social.
En tanto organizadores de sentido, se inscriben en una dimensión sociohistórica de gran relevancia: la producción de los sistemas de significación que hacen posible la producción de consensos de una sociedad. De esta forma, generan los anclajes económicos, sociales, políticos, simbólicos, pero también eróticos y subjetivos de los actores sociales, en las instituciones, haciendo posible el disciplinamiento y “policiamiento” de la sociedad. He aquí otra vez, al decir de Gramsci, la astucia de la hegemonía, esa capacidad de los grupos de poder de presentar al conjunto de la sociedad sus intereses corporativos como el interés general.
En síntesis, en estilos narrativos que recurren persistentemente a la naturalización y a la atemporalidad, los mitos sociales obtienen su eficacia simbólica por medio de la repetición-insistencia de sus tramas arguméntales, que se multiplican en innumerables focos del tejido social.
Mediante enunciaciones totalizadoras y totalizantes, deslizamientos de sentido, producción de invisibles (exaltaciones y nega-
ciones concomitantes) y eliminación de contradicciones, gestionan su violencia simbólica.
El universo de significaciones imaginarias sociales que da forma narrativa a los mitos del amor romántico, la pasividad erótica
femenina y mujer=madre —organizadores de sentido fundantes de la familia burguesa— instituyen la legitimación de determinadas
prácticas de poder masculino, a través de la figura social del marido que ubica en dependencia económica, subjetiva y erótica a la esposa y articula un relativo contrapoder femenino por medio de la figura social de la madre.
Ante el poder del marido, que instituye la heteronomia de la esposa, las mujeres, ya sea en tanto tales o en tanto madres, confi-
guran sus estrategias de resistencia y contrapoder que fisuran la hegemonía masculina y han hecho posibles diferentes formas de prácticas instituyentes y producciones de sentido que desdicen cuando no son reapropiadas por los procesos hegemónicos, la narrativa de estas mitologías.
Los tipos y grados de violencia física y simbólica varían considerablemente en cada pacto sexual entre hombres y mujeres, por
lo que cualquier generalización en tal sentido correría el riesgo de totalizaciones apresuradas. Pero lo que sí puede afirmarse es que la violencia para sostener tal poder se produce siempre por medio de múltiples, difusas y permanentes estrategias; de allí que pueda afirmarse que la violencia es necesaria y no contingente en las relaciones entre los géneros.
De todas formas, los procesos de violentamiento no producen sometimientos masivos; cada mujer se inscribe en cierto grado de sometimiento pero también organiza, consciente o inconscientemente, formas de resistencia, de contraviolencia y contrapoder, siempre en el marco de relaciones generales de subordinación material, subjetiva y erótica en que se encuentra. Desde allí es que tendrán lugar los sistemas de pactos y alianzas, las confrontaciones sutiles o abiertas que caracterizan los avatares de cada historia conyugal y familiar.
La necesidad de colocar la cuestión política en el marco de la vida privada no privatiza, no intimiza su análisis; por el contrario, posiciona esta dimensión política de lo privado como parte de estrategias más globales por las cuales se produce y reproduce un particular ordenamiento de lo privado y lo público. Público racionalizado-privado sentimentalizado, piezas clave en el ordenamiento de lo social moderno. Como puede observarse, desde este enfoque se amplía la noción de la política, más allá de la polis, y se abre como espacio de indagación teórica la dimensión política en la producción de subjetividades."
"Las mujeres
en la imaginación colectiva.
Una historia de discriminación y resistencias"
- Ana Maria Fernandez/Compiladora