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bell hooks y Patricia Hill Collins

Feminismo Negro

Bases conceptuales del feminismo negro


Mientras el feminismo moderno / ilustrado se desarrolló a partir de Simone de Beauvoir y su afirmación «No se nace mujer. Se llega a serlo», los discursos de género en el feminismo negro parten de una negación, de una exclusión, de un interrogante, el que retoma bell hooks de Sojourner Truth en uno de los primeros textos del pensamiento feminista negro: «¿Acaso no soy una mujer?». (9)

No es un título escogido al azar. La interrogación que retoma bell hooks es la expresión de un sentimiento colectivo que responde de forma irónica a las teorías feministas del género surgidas de la tesis de Simone de Beauvoir, unas teorías que sirvieron para comprender que la identidad colectiva y personal es reconstruida socialmente de manera precaria y constante.(10)

Desde el feminismo negro la identidad de la mujer es simultáneamente reclamada y reconstruida. Frente a los ejercicios «constructivistas» del feminismo blanco, el feminismo negro parte de una no-categoría (no-mujer). La única estrategia posible desde la negación es un ejercicio de deconstrucción. Destruir la negación desde donde se ha excluido de la categoría de mujeres a las mujeres negras, para avanzar, re-pensarse y reconstruirse desde otras categorías. Re-conocer las imágenes de no-mujer como estrategias de hegemonía. Dotarse de las herramientas adecuadas para reflejarla y para superarla, unas herramientas que como dice Audre Lorde no podrán ser las herramientas del amo: «Las herramientas del amo nunca desmontan la casa del amo. Quizá nos permitan obtener una victoria pasajera siguiendo sus reglas del juego, pero nunca nos valdrán para efectuar un auténtico cambio». Para dejar de ser constituidas como objetos y pensarse como sujetos, tuvieron que tomar la palabra, recuperar la voz y generar un nuevo discurso.

En definitiva, crear una nueva epistemología.


El doble discurso de los grupos dominados. Patricia Hill Collins


Los primeros textos de teoría feminista negra salieron a la luz en Estados Unidos en la década de los ochenta, cuando se fraguaba lo que se ha denominado la Segunda Ola del feminismo. Desde diferentes enfoques teórico-prácticos ―que han tenido una lectura en términos de feminismo liberal, feminismo radical y feminismo socialista― se fueron desgranando los ejes teórico-políticos de lo que ha sido el movimiento feminista en la segunda mitad del siglo XX, muchas de cuyas secuelas siguen estando presentes en los discursos del feminismo hegemónico.

Sánchez ―en una interesante revisión del(los) feminismo(s) en castellano― los articula en torno a dos grandes temas: el primero, representado en el lema lo personal es político, quería llamar la atención sobre los conflictos y problemas que las mujeres afrontan en el ámbito privado; el segundo vertebraría el análisis de las causas de la opresión, en el que desempeñaría un papel fundamental el concepto de patriarcado, reformulado por algunas autoras en términos de sistema de sexo-género.(11)

Fue precisamente el sistema de sexo-género el que primero pusieron en cuestión las feministas negras. Una de las premisas centrales de este sistema, tal y como lo formuló Rubin en un artículo seminal en 1975,

explica la complementariedad de los sexos y la opresión de las mujeres por los hombres a través del intercambio de las mujeres dentro de los sistemas de parentesco.

Carby, Hurtado y Spiller, entre otras, cuestionaron la universalidad de este principio.(12)

¿Qué ocurre ―se preguntaron― cuando las mujeres no se encuentran en las mismas posiciones respecto a la institución del parentesco? ¿Qué ocurre con la idea de género si grupos enteros de hombres y mujeres están situados juntos, fuera de la institución del parentesco, pero relacionados con la institución del parentesco de un grupo dominante? Y las tres regresaron al periodo de la esclavitud, desde donde, a través de análisis

de corte historicista, mostraron cómo las mujeres negras no fueron constituidas en la sociedad norteamericana de la misma manera que las mujeres blancas. No fueron las únicas. Los ejes teórico-prácticos del feminismo blanco fueron ampliamente contestados por parte de las feministas negras.(13)

Lo que denunciaban era el propio concepto de género, en la medida en que formaba parte del sistema de relaciones jerárquicas de «raza». Denunciándolo, comenzaban a escuchar su propia voz, una voz que había estado oscurecida en un sistema de dominación que las había construido con las herramientas de los grupos hegemónicos. Como grita bell hooks:

“Mi anhelo de encontrar fuentes que pudieran explicar la experiencia negra (especialmente mi presunción de que los libros escritos por blancos podrían contener tal explicación) es precisamente un reflejo de la socialización de los grupos oprimidos y explotados en una cultura de dominación. Nosotras aprendemos que no tenemos poder para definir nuestra propia realidad o para transformar las estructuras opresivas. Nosotras aprendemos a buscar en aquellas capacitadas por los sistemas de dominación, que nos hieren y nos dañan; buscamos ser liberadas y nunca lo hayamos. Para nosotras, es necesario hacer el trabajo por nosotras mismas si queremos conocer más acerca de nuestra experiencia, si queremos ver esa experiencia desde perspectivas no conformadas por la dominación”.(14)

Hay que salir, pues, de las lógicas del discurso de la dominación, alejarse de las formas desde las que han sido pensadas. Para el feminismo negro la generación de pensamiento pasaba por un ejercicio de deconstrucción y reconstrucción.



(8) Davis, Mujeres, «raza» y clase, op. cit., 2004, p. 176.9 bell hooks, Ain’t a Woman: Black Women and Feminism, Boston, South End, 1981.

(10) Donna Haraway, Ciencia, cyborgs y mujeres, Madrid, Cátedra. Feminismos, 1995.

(11) Elena Beltrán, Virginia Maqueira (eds.), Silvina Álvarez y Cristina Sánchez, Feminismos. Debates teóricos contemporáneos, Madrid, Alianza Editorial, 2001, p. 76.

(12) Véase Carby, Reconstructing Womanhood: The Emergence of the Afro-American Woman Novelist,

Nueva York, Oxford University Press, 1987; Aida Hurtado, «Relating to privilege: seduction and

rejection in the subordination of white women and women of color», Signs, vol. 14, núm. 4, 1989,

pp. 833-855; y Hortense Spillers, «Mama’s baby, papa’s maybe: an American grammar book», Diacritics, vol. 17, núm. 2, 1987, pp. 65-81.

(13) Véase Angela Davis, op. cit., 2004; Hull et al., All the Women are White, All the Men are Black, But

Some of Us Are Brave, op. cit., 1982; bell hooks, Ain’t a Woman…, op. cit., 1981 y Feminism Theory:




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